lunes, 7 de abril de 2008

El TIO PABLO, PATRIARCA DE LA FAMILIA


Pablo Emilio es el hermano menor de la Juana. Por la diferencia de años, la Juana lo veía como su hermano menor, pero también como hijo mayor.

Hizo sus estudios de Bachillerato, en el Instituto Pedagógico de Diriamba, donde se destacó como un excelente futbolista. Más tarde, estudió Agricultura en la Escuela de Agricultura de Managua. Sus amigos entrañables son: Amín Hannon, de Nandaime; Chico López, primo, hijo de Chemán López, y departía también con los turcos, Amín, Juan y Dib Eslaquit.

Desde pequeños nos orientaron a respetar al Tío Pablo. El jugaba en sus ratos libres con los hijos de la Juana, pero la gran parte del tiempo estaba dedicado a sus estudios.

Todos sabíamos que el Tío Pablo era en orden, el llamado a asumir las responsabilidades de la familia, una vez, que los mayores faltaran. El siempre fue dedicado a cuidar las fincas, realizar sus injertos, sus almácigos, hacer sus experiencias con las frutas. Llevaba un control exhaustivo de todas las aplicaciones de urea y de las fumigaciones de los árboles para evitar plagas. Era un especialista en todo lo relativo a la mosca del mediterráneo.

Decidió combinar el cuidado de las fincas con un trabajo de especialista en el Banco Nacional de Nicaragua. Trabajó en Managua, Granada, Jinotepe y Carazo, más de 30 años y siempre estaba atento al desarrollo de los créditos para los cultivos y para el desarrollo del agro.

Se casó con una de las Castillo, la tía Tere, que él en tono jocoso llama Der por el sonido que se produce en inglés cuando pronuncias There o sea Tere, apócope de Teresa.

Cuando era novio de la Tía Tere, nos llevaba de paseo a hacer la visita al Barrio de la Cruz, una población que queda como a unos dos kilómetros y medio de La Concha. Ahí las tías de la Tía Tere nos atendían con cariño y nos contaban historias y relatos familiares. Cuando se casó con la Tía Tere todos participamos.

Cuando Hermida, Amalia y Lilly estudiábamos el último año de Primaria en la Escuela de San Marcos, vivíamos en la casa del tío Pablo y de ahí nos recogía mi mama para llevarnos a La Concha. El siempre estuvo atento a que cumpliéramos nuestros deberes con las mejores calificaciones.

El tío Pablo siempre ha mantenido su espíritu juvenil. Nos invitaba a pasear en las discotecas de Managua y para “camuflarse” o “camuflagearse” se ponía una peluca de cabellos largos, una camiseta despintada y una serie de collares para hacerse pasar como “hippie”. Todo este atuendo lo guardaba en la valijera de su auto para que el mismo no chocara con su traje de ejecutivo bancario.

Siempre nos hizo reír. No sé dónde aprendió a bailar como Cantiflas, pero era todo un espectáculo haciendo el número.

Los concheños le guardan un gran cariño y respeto y él siempre está presto a ayudar a cualquiera.

La familia de los Castillo se unió a la nuestra como una sola familia: Auxiliadora, Cristina, Francisco, Nubia, Reyes, Don Alfonso, y las tías.

El tío Pablo también ha conocido el dolor y la tristeza profunda. Ha enterrado a sus hermanos, a la Juana, su hermana, a Mamamalia, a Papa Roberto, a mi papa, a la Cristina, su cuñada, a Don Alfonso,su suegro, y al resto de familiares. Le ha tocado duro, pero el golpe más fuerte lo tuvo con la muerte de su nietecita, Cristina, hija de la Amalita, su hija mayor.

Sus hijos han sido su pasión y su devoción. Siempre ha querido tener unida a toda la familia.

Cuando cumplió cuarenta años de casado con la Tía Tere, giró invitaciones para realizar una celebración familiar. Hubo cantos, homenajes, se le otorgó diploma y se le puso corona, cetro y capa de rey ; y también corona de poeta y él estaba que no alcanzaba. Amando y amado por los suyos. Se da el lujo de que todos lo quieran. Nadie lo malquiere. Se da a querer. Es campechano y sociable.

En la actualidad está dedicado a sus lecturas y vagancias. Posee una mente ágil para todas las acciones de la vida. Práctico. Lector de historias y de historia. Le fascinan los pueblos originarios: aztecas, mayas, nahualt, y demás pueblos.

Amó a todos sus hermanos y a la Juana. A cada uno de sus sobrinas y sobrinos les dispensa un cariño especial. Atento a dar consejos, a evaluar visiones de negocios, a evitar que uno se meta en líos, a orientar y a prestigiar a la familia.

Su don de gentes es innato. Gran conversador. Disfruta del avance, del desarrollo y del progreso familiar. Para él, el trabajo dignifica.
Un gran hombre. Digno de imitar. El tío Pablo es el patriarca de la familia.